Con el inicio del año 2021, Tomás Martínez asumió la presidencia ejecutiva del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), entidad que en abril próximo cumplirá 60 años y que meses atrás recibió múltiples cuestionamientos por cálculos irregulares en la facturación del servicio.
Por eso EF conversó con el nuevo jerarca, semanas después de asumir el cargo, para conocer cómo superará los problemas que rezagan a la institución, en los 16 meses que le restan a la administración Alvarado Quesada.
―Usted llega a la presidencia ejecutiva del AyA luego de que la institución estuviera inmersa en una polémica por cálculos irregulares sobre el consumo de agua de miles de clientes, ¿cuál será su estrategia para evitar que estos errores de facturación se repitan?
Dentro de la complejidad que tiene una institución tan grande como el AyA hay una serie de macroprocesos, uno de esos es el macroproceso comercial donde se involucran varias fases hasta que el cliente recibe la factura. Ahí va la lectura de medidores, subir datos al sistema, procesar la información, facturar y distribuir.
“Lo que se hizo fue conformar un equipo de todos los que tienen participación en ese proceso para que haga un control de calidad muy detallado en todas las fases. Ahí está involucrada la contraloría de servicios, toda la parte informática, el área de servicio al cliente, hidrómetros y lectura de medidores.
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“Hay un equipo para optimizar ese proceso y que en la última fase del proceso se pueda hacer un control muy riguroso. Imagínese que dentro de ese proceso tenemos un colador que tiene unos huecos más grandes y ahí se filtraban los recibos con parámetros de consumo más grandes, estamos haciendo que ese colador sea de huequitos muy pequeños para filtrar con mucha precisión aquellos casos que presenten una anomalía”.
―¿Cuándo empezó a funcionar este equipo multidisciplinario?
Desde mi llegada el 4 de enero se empezó hacer la estrategia logística, ya venía muy adelantado el trabajo logístico de lo que había pasado y los datos. Lo que se hizo fue redirigir la estrategia a ese equipo especializado para que generara un control muy riguroso, sobre todo al final para que no salgan a la calle recibos o facturas con fallos.
“Yo podría decir que el equipo ya está trabajando y (espero) que los resultados se empiecen a materializar a lo largo del primer semestre del año”.
―De los ocho programas o proyectos en ejecución del AyA el 50% está en “estado crítico”, pues el promedio de años de ejecución es 5,33 años, según un informe del Ministerio de Hacienda al primer semestre de 2020. ¿Por qué se avanza tan lento y cuál es el plan para agilizar la construcción?
El ciclo de proyectos es complejo, la banca de desarrollo que financia y los modelos de los préstamos son muy diferentes. Por ejemplo tenemos el caso de fondos del banco alemán KFW que implica que los fondos se canalicen a través del BCIE y requiere un doble proceso de no objeción.
“Eso hace que desde las etapas previas hasta la contratación el trámite sea lento porque requiere un doble proceso de no objeción, lo ve el banco en Alemania y lo ve el banco aquí en Costa Rica. La ventaja es que cuando la cartera de proyectos llega a la fase de contratación a Sicop, el proceso se va agilizar mucho y podría adelantar que vamos a ver un proceso mucho más rápido en la segunda parte del ciclo de proyectos.
Los proyectos tienen muchas fases desde la planificación, formulación, prefactibilidad, factibilidad, aprobación de los carteles, pero cuando llega la contratación va a tener un proceso más ágil y eso nos está pasando ya por ejemplo con el proyecto de aguas no contabilizadas que tuvo un proceso muy lento pero que ya va a llegar el proceso de contratación a Sicop y que va a tener un proceso más acelerado”.
―Ese crédito vence en el 2023.
Pero estamos en el plazo y aunque los tiempos son justos ya estamos en la fase de contratación. Lo que pensamos hacer es una estrategia con una oficina de control de proyectos que nos permita dar un monitoreo global no solo de las unidades por separado, sino un monitoreo del ámbito general de todas las unidades ejecutoras.
“Vamos hacer una estrategia para los próximos 16 meses identifiquemos de todo este cuerpo de proyectos (11 programas, 330 proyectos y 38 en ejecución) los que se pueden mover con más rapidez a Sicop, a la fase de construcción y los que podamos terminar”.
―En noviembre anterior el BCIE aprobó un préstamo de casi $400 millones para el Proyecto Abastecimiento para el Acueducto Metropolitano Quinta Etapa (PAAM), ¿cuándo comenzarán las obras y cuánto tiempo llevará instalar los 44,3 kilómetros desde Orosi de Cartago?
Espero que en estos 16 meses pueda dejarlo en Sicop, esa es la expectativa. Para que durante el 2022 o 2023 esté en fase de obras, pero mi objetivo es llevarlo a la fase de contratación en Sicop.
―¿Cómo ayudará este proyecto a solventar las necesidades de agua en el Gran Área Metropolitana?
Nos va ayudar de pasar de un esquema de emergencia donde tenemos déficit y por emergencia habilitamos pozos nuevos para inyectarle caudal al sistema, a una fase de sostenibilidad a muy largo plazo.
“¿Qué aporta este proyecto? Pasar de un estado de emergencia administrando los déficits a un estado de solvencia donde podemos planificar con holgura los procesos de crecimiento de las próximas décadas”.
―¿En Costa Rica cuál debe ser el norte del AyA, reducir el consumo de agua o mejorar el acceso a agua potable para una población en crecimiento?
Es una mezcla de elementos, es hacer conciencia de un buen uso del recurso, lograr una dotación que ya de por sí es buena con un 95% de cobertura. En Latinoamérica los países están lejos de ese indicador y habría que sumarle la calidad.
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“El otro elemento que es muy importante y que hay que empujar es el de saneamiento, que es la brecha más grande que hay que cubrir. El saneamiento anda en 15% y bajo los principios de conciencia ambiental que tenemos deberíamos elevarlo sustancialmente”.
―Existen críticas porque proyectos privados se ven retrasados o enfrentan problemas porque no hay agua, ¿eso es aceptable?
Hay dos realidades distintas, la gente a veces dice: hay agua ¿por qué no podemos tener acceso si uno ve el agua por todo lado? El problema es que el agua requiere de un proceso de ingeniería que es costoso.
“El desarrollo debería orientarse siempre, las redes de agua no deberían ir persiguiendo la ciudad por todo lado, ni donde aparezcan las viviendas. Lo ideal es que los municipios tengan su plan regulador, orienten su desarrollo y las redes de servicio vayan a la par de esa orientación del desarrollo.
Ahí tenemos una brecha que hay que cubrir, lo ideal es que los municipios desarrollen su plan regulador y una vez identificadas las áreas de crecimiento, las áreas residenciales, las redes de servicio de agua potable lleguen a esas zonas”.